Mi madre me dice que cuando crezca seré médico, como mi abuelo. Pero yo le digo que no. Que yo no quiero ser médico para convertirme en un amargado viejo verde como él. Cuando le digo esto siempre me suelta una bofetada de aúpa, pero a mí no me importa. Yo lo que quiero es ser forastero. Sí, como esos de las pelis de vaqueros que llegan a un pueblo con una gabardina llena de polvo, botas de cowboy con espuelas que hacen mucho ruido y dos revólveres guapos a la cintura. A esos señores todo el mundo les respeta aunque tengan la cara sucia.
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