Recibimos esta contribución que en palabras de su autor (W. Uribe) “… refleja conspitadivamente la ansiedad equizodial de la plenicidad humana…”. “Y tal”, añadiría yo. Es este un trabajo que, soy consciente de ello, levantará ampollas, pues se ha saltado a la torera todas y cada una (sin excepción) de las reglas del concurso. Esto también tiene su valor, claro. El ying y el yang se dan la mano en esta mona elíptica como ninguna, más incluso que la pescadilla que se muerde la cola. (PINCHAD EN LA TIRA PARA VERLA EN TODO SU ESPLENDOR).
Aprovecho para invitaros a leer la fabulosa última novela de este escritor de profesión y pintamonas de afición.
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